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sábado, 5 de enero de 2013

Túnez, el más difícil camino para las mujeres



Hayer Buludin, de 22 años, interviene con firmeza: “Lo que está pasando es horrible. Después de lo que ha costado echar a Ben Ali, estamos retrocediendo. Nos están metiendo en un agujero donde no habrá libertad. Han empezado por nosotras, pero si no les frenamos, toda la sociedad lo lamentará”. Hayer añade que “se está utilizando la falta de seguridad para encerrar a la mujer”. “No podemos consentirlo”, dice, “el objetivo de la revolución es luchar por la igualdad y la libertad de expresión y de religión, por que todos tengamos derecho a vivir la religión como queramos”. Votó por Ettakatol, un partido social demócrata que resultó el tercero de la Asamblea Constituyente, con 20 diputados, y se integró también en la coalición gubernamental.


La situación y los derechos de la mujer se han convertido en el tema más candente del país. Túnez ha sido, desde su independencia en 1956, el Estado del mundo islámico donde las mujeres han gozado de mayor consideración. El líder nacionalista Habib Burguiba, que hostigó a los franceses hasta arrancarles la independencia, fue el gran defensor de la libertad de la tunecina. En el mismo año 1956 aprobó el Código de Estatuto Personal, que prohibía la poligamia y los divorcios por repudio. Además, restringió los enlaces concertados, dio a la mujer autoridad para rechazar las propuestas de matrimonio y estableció en 17 años la edad mínima de esta para casarse.


Como Hayer, Kacha Dalel tampoco quiere ni oír hablar del velo; para ella es un símbolo retrógrado, aunque le parece bien que haya dejado de estar prohibido en la Universidad, medida impuesta por Burguiba. Ambas insisten en que más allá de ponerse o no el hiyab, el auténtico peligro de retroceso emerge de la nueva Constitución, cuyo borrador está levantando ampollas. En marzo pasado, decenas de miles de tunecinos se echaron a la calle para impedir la introducción de la sharía (ley islámica) en el artículo 1º de la Carta Magna, lo que, entre otras consecuencias, habría reinstaurado la poligamia. Lo lograron, pero el ala conservadora musulmana apenas tardó cinco meses en abrir otro frente de batalla. El artículo 28º del proyecto constitucional otorga a la mujer un papel “complementario” del hombre en el seno de la familia.


“No hay complementariedad que valga. Somos iguales y queremos una Constitución que refleje la realidad de la sociedad tunecina. El Código de Estatuto Personal se ha quedado anticuado. Lo que hay que hacer es modernizarlo para adaptarlo a los tiempos actuales y no dar marcha atrás en los derechos adquiridos”, clama con contundencia Rauda Ben Saber, presidenta de la Cámara de Mujeres Empresarias.


Ben Saber, de 53 años, que entre 2006 y 2011 presidió el sindicato de la provincia de Ariana (norte del país), señala que, aunque la cámara que dirige desde febrero es una entidad apolítica, va a involucrarse en “formar y guiar” a mujeres para que salten a la escena política y representen a tantas y tantas tunecinas profesionales y activas económica y socialmente. “Hace falta concienciar a la mujer para que tenga opinión y sepa elegir y defender sus derechos”, resalta.Para muchas tunecinas, el compromiso de paridad de Ennahda fue una “trampa” que facilitó que sean de este partido la gran mayoría de las 58 mujeres electas para los 217 escaños de la Asamblea Constituyente. A Ennahda, organizado en secreto durante la dictadura a través de las mezquitas, le resultó fácil situar en sus listas a mujeres comprometidas con la ortodoxia islámica. Por el contrario

http://www.panorama.com.ve/portal/app/vista/detalle_noticia.php?id=48368
viernes 04 de enero de 2013 09:00 AM
Georgina Higueras Especial El País Semanal (2012) / España

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