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jueves, 20 de enero de 2011

La falacia detrás del principio de igualdad formal






Las mujeres para justificar que son discriminadas deben probar antes que son iguales a los hombres, ya que sólo cuando la situación es igual se puede alegar un trato discriminatorio, pero la paradoja es que excepcionalmente las mujeres son iguales a los hombres, convirtiendo la igualdad en algo imposible de alcanzar.

El requisito de la situación similar niega que la realidad social esté marcada por la desigualdad sexual. La ley esconde una contradicción, ya que la discriminación solo puede probarse cuando la situación es igual, pero la sociedad está hecha a la medida de los hombres por lo que se iguala al patrón o norma masculina reforzando la discriminación por sexo.  La neutralidad deviene exclusivamente en igualdad formal, y no logra cambiar las condiciones que están en la base de la subordinación.
Las desigualdades se naturalizan, se explican por lo biológico, quedando espacios sin intervención y que reproducen la subordinación. Las diferencias son la excusa de la desigualdad. El problema en definitiva no es la diferenciación sino la jerarquía, somos igualmente diferentes pero no igualmente poderosos/as.
La solución parece ser una constitución de las mujeres como sujetos autónomos y no según su correspondencia con los hombre.


Autoras
PAULA SALVO DEL CANTO
MARIELA INFANTE ERAZ


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